viernes, 8 de octubre de 2010

Ella sólo dejó que se largaran, que tomaran sus cosas, las empacaran cuidadosamente y se fueran. De hecho, ella lo quería, se controlaba para no hecharlos a gritos de su cabeza y su cuerpo.
Quería ser inmune, quería no pensar, no reír, no llorar, no s e n t i r.

¿Sentir? Habían pasado 6 días, y casi ya olvidaba lo que era.

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